Aquest es un conte de l'escriptor JJ Millas. Com podràs comprovar està en castellà i tracta d'un tema molt interessant però gens fàcil. Com que la gravació no és molt bona poso també el text perquè el pugueu llegir.
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3. Lo que el ojo ve
No sé si ustedes están siguiéndole la pista al asunto este de la materia oscura, pero les aseguro que resulta apasionante. La situación es más o menos la siguiente: parece ser que el 90% de la materia de la que se compone el universo es invisible, de ahí la denominación de oscura que le dan los científicos. Pues bien, ahora mismo acaban de descubrir que unas partículas elementales llamadas neutrinos podrían ser el constitutivo primordial de esa materia. Los neutrinos no se ven, no se tocan, no se huelen, carecen de carga eléctrica y viajan a la velocidad de la luz; además de eso, atraviesan los cuerpos sin romperlos ni mancharlos. Sin embargo, los científicos empiezan a sospechar que tienen masa. Parece una contradicción insostenible que algo que se define por su ausencia de materia, al menos desde el concepto de materia que anida en el imaginario colectivo, tenga masa, pero es así, o está a punto de ser así, o está a punto de ser así, qué le vamos a hacer.
O sea, que usted y yo estamos sutilmente unidos por una materia oscura de la que formamos parte: de hecho, nos traspasa, es decir que navegamos en ella como pedazos de jamón en la masa de las croquetas; esa materia es la que proporciona densidad al cosmos, aunque, al contrario de la bechamel, no se percibe con los sentidos. Dicho de otro modo, los cuerpos, sean celestes o animales, no son más que los grumos de una totalidad inabarcable.
A mí no me sorprende nada este descubrimiento, la verdad. Siempre he sospechado que en la vida de un hombre tiene más importancia lo que no se ve: fíjense en la conciencia, que no ocupa, en apariencia, ningún lugar dentro del cuerpo y sin embargo es capaz de llevarte a la locura. Lo que me extraña es que llamen materia oscura al componente más luminoso de la creación. O sea, que para oscuros nosotros, y los montes, y los astros, y los satélites. Lo oscuro es precisamente lo que vemos: los ángeles son transparentes, eso dicen, y sin embargo están llenos de luz. El ojo sólo percibe oscuridad.
Ignasi Monclús López
No sé si ustedes están siguiéndole la pista al asunto este de la materia oscura, pero les aseguro que resulta apasionante. La situación es más o menos la siguiente: parece ser que el 90% de la materia de la que se compone el universo es invisible, de ahí la denominación de oscura que le dan los científicos. Pues bien, ahora mismo acaban de descubrir que unas partículas elementales llamadas neutrinos podrían ser el constitutivo primordial de esa materia. Los neutrinos no se ven, no se tocan, no se huelen, carecen de carga eléctrica y viajan a la velocidad de la luz; además de eso, atraviesan los cuerpos sin romperlos ni mancharlos. Sin embargo, los científicos empiezan a sospechar que tienen masa. Parece una contradicción insostenible que algo que se define por su ausencia de materia, al menos desde el concepto de materia que anida en el imaginario colectivo, tenga masa, pero es así, o está a punto de ser así, o está a punto de ser así, qué le vamos a hacer.
O sea, que usted y yo estamos sutilmente unidos por una materia oscura de la que formamos parte: de hecho, nos traspasa, es decir que navegamos en ella como pedazos de jamón en la masa de las croquetas; esa materia es la que proporciona densidad al cosmos, aunque, al contrario de la bechamel, no se percibe con los sentidos. Dicho de otro modo, los cuerpos, sean celestes o animales, no son más que los grumos de una totalidad inabarcable.
A mí no me sorprende nada este descubrimiento, la verdad. Siempre he sospechado que en la vida de un hombre tiene más importancia lo que no se ve: fíjense en la conciencia, que no ocupa, en apariencia, ningún lugar dentro del cuerpo y sin embargo es capaz de llevarte a la locura. Lo que me extraña es que llamen materia oscura al componente más luminoso de la creación. O sea, que para oscuros nosotros, y los montes, y los astros, y los satélites. Lo oscuro es precisamente lo que vemos: los ángeles son transparentes, eso dicen, y sin embargo están llenos de luz. El ojo sólo percibe oscuridad.
Ignasi Monclús López
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